domingo, noviembre 18

Un cuento de Domingo

Se cuenta en esta tierra que una vez, hace ya bastante tiempo atrás, los sabios de un pueblo montañés, partieron rumbo al paraíso, en el confín del océano, y llegaron a una ciudad de murallas de cristal, donde el aire era fragante. Ciervos de plata y caballos de oro bajaron a recibirlos y los condujeron a un árbol en cuyas ramas había más pájaros que hojas. Un día entero pasaron en el paraíso. De vuelta a su pueblo, los sabios buscaron en vano a sus discípulos y amigos, pero sólo hallaron unos nuevos sabios, un nuevo pueblo y un nuevo círculo de amigos. Ya no conocían los lugares, ni los hombres, ni el lenguaje. Derramando lágrimas se contaban unos a otros sus experiencias, pues ya no tenían pueblo, ni gente conocida.
Así, fueron creando un círculo cerrado, al que llamaron hermético, sufriendo la soledad del no saber compartir y enseñar el paraíso al que habían visitado, y vivido.
Hay personas, que por dejar de compartir experiencias sublimes, por temor a lo que piensen los demás, dejan de lado, algo tan alado como jugar con la imaginación y ayudar a otros a desarrollarla y hacerla real.
Un cuento más…

1 comments:

Anónimo dijo...

Es cierto, cuan importante es una mano gentil hacia el amigo .Una accion o un gesto desinteresado.
Deberiamos replantearnos mas seguido este tipo de cuestiones con ejemplos simples pero profundos como este.